lunes, 10 de junio de 2013

Wagner: El holandés errante

Mario Blanco, Alejandro Rodríguez y Manuel de Abajo, de 3º C, han preparado este trabajo:

Richard Wagner (1813 – 1883)

Biografía
Richard Wagner nace en Leipzig el 22 de mayo de 1813 en medio de una familia de origen modesto pero con inclinaciones artísticas. Desde muy temprana edad siente inclinación por la literatura, la cual no tiene mucha aceptación entres sus familiares, por lo que nace en él la idea de introducirse en la música, área en la que ya tomaba algunas lecciones pero no con demasiado interés. A pesar de estas clases y de otras más que tomará en el futuro, adquiere los conocimientos por su cuenta, ya que aprende directamente de las partituras de los grandes maestros como Beethoven.  

Su vida
Viaja continuamente por toda Europa y también tiene dificultad para dar a conocer sus obras pero con la ayuda de personas como Lizt y el Rey Luis II de Baviera su música llegó a todos los rincones e incluso llegó a tener un teatro para representar sus óperas en la ciudad de Bayreuth.  Muere el 13 de febrero de 1883 en Venecia

Su esposa
Cósima Liszt
Después de varios matrimonios, en 1870 se casa con Cósima Lizt, hija de su amigo Franz Lizt después de una tormentosa relación, pues ella ya estaba casada.
           
Su música
Musicalmente sus primeras obras son bastante similares a las de los compositores de la época pero luego comienza a introducir innovaciones como el Leitmotiv, lo que significa asignar una melodía que represente a cada situación o personaje a lo largo de toda la ópera.
En sus óperas incluye una plantilla de músicos mucho mayor a la de una orquesta sinfónica normal, pero su mayor interés es el de representar la “obra de arte total” incluyendo a todas las artes en sus obras. Su obra más importante es la Tetralogía El anillo del nibelungo que está compuesta a su vez por cuatro óperas: El oro del Rin (1869), La Valquiria (1870), Sigfrido (1871) y El ocaso de los dioses (1874).

El Holandes errante (1843)
Peronajes:
Personajes: Daland, un marino noruego (bajo); Senta, su hija (soprano); Erik, un cazador (tenor); Mary, nodriza de Senta (mezzosoprano o contralto); el timonel del buque de Daland (tenor); el holandés (barítono); marineros, muchachas del pueblo, las voces de la tripulación del buque fantasma.

Argumento:
Tras una tempestad que les ha apartado del puerto, Daland y su tripulación regresan a sus casas. El capitán sitúa al timonel en la guardia del barco, y éste, tras referirse a los distintos aspectos de la vida marinera, es vencido por el sueño, con lo que no ve aproximarse al inmenso barco de velas rojas del Holandés. Éste desembarca, nos explica quién es y por qué está ahí con sus marineros-muertos-vivientes: condenado a vagar por los mares, cada siete años dipone de un día para encontrar a una mujer que lo ame con absoluta fidelidad, y, así, lo redima. Después se encuentra con Daland, con quien “negocia” conocer a su hija Senta. Le ofrece riquezas y tesoros a cambio; a Daland le entusiasma la idea. Segundo acto. Senta, su criada Mary y las hilanderas en la casa de Daland. La joven doncella, en la famosa Balada, explica a todas sus compasivos deseos de redimir al Holandés (que tiene ante sí, en un retrato) amándolo.

Historia:
El holandés errante se erige como el primer gran logro dramático del autor Richard Wagner. Se suele agrupar con Tannhäuser y Lohengrin formando la trilogía de sus óperas románticas, antes de desarrollar sus teorías sobre el drama y la obra de arte total. La obra nace impulsada por el mito del judío errante, una leyenda que Wagner conoció a través de diversas lecturas, pero sobre todo a raíz de tomar contacto con una obra de Heine, las “Memorias del señor Schnabelewopski”, que desarrolla la redención por el amor del personaje. Por otro lado, la salida de Wagner y su esposa Minna de Riga vía Londres con el objetivo de llegar a París, que Wagner relata con todo lujo de detalles en su “Mi Vida”, aportó a éste una serie de imágenes visuales que después determinarían el desarrollo del Holandés.


Estructura:
La obertura introduce a los principales personajes de la ópera dentro del esquema de una forma sonata: el primer tema, representa al Holandés errante, condenado a navegar eternamente por una maldición infernal; el segundo tema,  encarna a la joven y abnegada Senta, en la que el Holandés espera encontrar su salvación. 




Al subir el telón, la música mantiene el ambiente tempestuoso de la obertura; nos encontramos en la rocosa bahía de Sandwike en la costa de Noruega. En la introducción, la tripulación de Daland se afana en amarrar el barco mientras canta ruidosamente. El marino noruego verifica que se han alejado de su ruta de vuelta a casa, envía a sus hombres a descansar y pide al Timonel que haga la guardia. El Timonel comienza una canción mientras vigila; recuerda a su novia y sucumbe al sueño tras la segunda estrofa, a pesar de las crecientes interrupciones de la orquesta que anuncia la llegada del aterrador buque del Holandés errante. En el recitativo y aria, el Holandés relata cómo después de siete años vuelve de nuevo a tierra en busca de su salvación; acompañado por turbulencias en la cuerda proclama en el Allegro molto agitato su desesperanza y anhela el Día del Juicio Final; la tripulación del buque fantasma repite en eco sus últimas palabras.
En la siguiente escena, Daland sale a cubierta, contempla el extraño buque y despierta al Timonel. El marinero noruego saluda al capitán de la misteriosa nave en el dúo, éste se presenta como “Un holandés” y le narra su desventura. Al ver la codicia de Daland, el Holandés le ofrece joyas a cambio de su hospitalidad y toda su riqueza por aceptarlo en su hogar; propone casarse con su hija y el marinero noruego no puede contener su exaltación en el frívolo Allegro giocoso. Daland acepta, el Holandés recupera la esperanza y juntos expresan su satisfacción en el solemne Allegro agitato. De repente, el Timonel anuncia que ya pueden partir y el Holandés propone al marino noruego que vaya delante; Daland hace la señal con un silbido para que larguen amarras y el acto termina con la tripulación llena de entusiasmo cantando a coro la canción del Timonel mientras zarpan.
Acto II La música enlaza directamente con el acto anterior; el entusiasta ritmo de la canción de los marineros se fusiona con la incesante actividad de la casa de Daland. Vemos a la nodriza Mary en compañía de un grupo de muchachas que esperan el regreso de sus novios marineros mientras se entretienen cantando a coro. Senta, la hija de Daland, se sitúa aparte contemplando ensimismada el retrato del Holandés errante; Mary le reprocha su indiferencia y las muchachas se burlan de ella con onomatopéyicas risotadas. La joven arremete contra su ridícula canción y les propone que Mary cante la balada del Holandés errante. La nodriza declina y Senta opta por cantarla ella misma; la balad es la pieza central de la obra y de donde derivan los temas del Holandés y Senta escuchados en la obertura.
Erik, un joven cazador que está prometido con Senta, ha escuchado el final de la balada e irrumpe horrorizado; anuncia que ya llega el buque de Daland y las muchachas salen con Mary para preparar la bienvenida de los marineros. Erik inicia el dúo  donde deplora la incierta situación de su relación con Senta. Ella trata de restar importancia a sus palabras, pero el joven relata un sueño premonitorio en el que Daland regresa con el hombre del retrato y Senta le entrega su amor; la narración, ilustrada por fagotes y violonchelos con el motivo del Holandés errante, conforma un antecedente del tipo de arioso que Wagner denominará más adelante “prosa musical”.
Al ver la reacción de Senta, Erik sale desesperado y la joven se queda pensativa cantando el estribillo de la balada que interrumpe súbitamente. El final del acto se inicia con la entrada de Daland junto al Holandés; Senta se queda hechizada al verlo. En el aria, Daland intenta convencer a la joven para que acepte al Holandés mientras subraya la dotes de su hija frente al marino extranjero. La salida de Daland marca el inicio del dúo donde al principio cada uno está sumido en sus propios anhelos; todo cambia cuando empiezan a dialogar: Senta afirma que obedecerá a su padre, el Holandés advierte a la joven del sacrificio que va a realizar y ella le jura fidelidad hasta la muerte acompañada por unos celestiales acordes repetidos en la madera. El regreso de Daland precipita el final del exultante dúo y el acto termina con un breve trío:
Senta firma su juramento delante de su padre y los tres salen jubilosos para ir a la fiesta de regreso con los marineros, mientras en la orquesta escuchamos una triunfante versión del tema de la joven.
Acto III Esa versión triunfante del tema de Senta se funde sin pausa alguna con la canción festiva de los marineros noruegos que abre el siguiente acto; la acción se sitúa esta vez en una ensenada de orillas rocosas próxima a la casa de Daland donde están fondeados los dos buques. Los marineros noruegos bailan en cubierta golpeando bruscamente con los pies en el suelo mientras cantan con tono rudo el coro
animando al Timonel a que se una a ellos. Llegan las muchachas con cestos de comida y bebida e invitan a la tripulación del Holandés a sumarse a la fiesta, pero tan sólo obtienen un misterioso silencio como respuesta. Insisten varias veces junto a los marineros y terminan recordando con sorna la leyenda del Holandés errante y su tripulación fantasma; las muchachas les entregan sus cestos y salen. Los marineros noruegos reanudan su canción con mayor algarabía pero estalla una tormenta en los alrededores del buque fantasma que desemboca en un coro sobrenatural; los marineros noruegos tratan de imponer su canción, conformando un espectacular número de doble coro, aunque al final desisten y abandonan la cubierta horrorizados entre las fantasmales risotadas de la tripulación del Holandés. Al comienzo del finale aparece Senta seguida de Erik pidiéndole explicaciones por su deslealtad. La joven niega haberle prometido fidelidad eterna y Erik canta, introducido por un solo de oboe, donde recuerda cuándo Senta le confesó su amor. El Holandés, que ha escuchado el final de la cavatina, da por perdida su salvación y decide zarpar para siempre; la situación desemboca en un breve e intenso trío donde Senta defiende su fidelidad. El Holandés le explica en un recitativo que se libra de la condenación eterna por no haberse casado todavía con él, mientras Erik busca ayuda y la joven insiste en proclamar su fidelidad. Acuden Daland, Mary junto a las muchachas y los marinos del barco; el Holandés confiesa su terrible identidad mientras su tripulación se dispone a soltar amarras. Senta cumple su palabra y se precipita al mar; la ópera termina con una versión apoteósica del tema del Holandés.

ÓPERA COMPLETA:


DOCUMENTAL SOBRE WAGNER:

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